lunes, 28 de abril de 2008

Pasillos, libros y pochoclo


Cuando estaba en el colegio nos llevaban a muchas excursiones, pero había dos que eran imposibles de concretar: una era al Planetario y la otra era a la Feria del Libro.
Recién en quinto año pude ir, y esa visita tan esperada se convirtió en una caminata por los pasillos, esquivar gente y mirar pilas y pilas de libros que no compraba, ni yo ni ninguno de mis compañeros. De hecho poca gente compraba libros.
Al año siguiente volví, pero ya había terminado el colegio y fui con una amiga. Era sábado y el lugar estaba abarrotado de gente. Recorrimos todo el predio hasta que el dolor de pies fue insoportable. Para lo único que sacamos la billetera fue para comprar pochoclo. Aunque parezca mentira, el pequeño puestito era mucho más omnipresente que todos los libros. Otra cosa que me llamo la atención fue que un caricaturista vendiera, por sólo $5, tantos retratos al paso.
La tercera es la vencida, dicen, y en mi caso lo fue, compre cuatro libros. Cual antropóloga, recorrí el lugar y advertí: se mira mucho y se compra poco, las mesas de ofertas son una pasión de multitudes, los sábados son los peores días para ir, nunca encontrare el libro que fui a buscar, rico el pochoclo.